El sol vio nacer a Karl Soergerssen en Estocolmo, en Julio del `66. Su padre Kristian era danés y su madre, Socors Castells, catalana. Los Soergerssen estaban allí en Suecia debido al trabajo de Kristian, era investigador del Colegio Politécnico de la Universidad Técnica de Dinamarca para el departamento de radiometría y señales. Unos años antes del nacimiento de Karl, Kristian había realizado un curso con dos ingenieros de los Laboratorios Bell de Nueva Jersey que investigaban la señal de la radiación de fondo. En su regreso a Estados Unidos estos ingenieros le sugirieron a Karl buscar destinos más cercanos al polo, para obtener mejores lecturas y el bonito de Karl llegó feliz a su hogar para proponerle a Socors moverse durante el verano a Nuuk con el fin de realizar escapadas hacia el norte. Bastó la cara de Socors para que Karl buscara otro plan, así surgió la civilizada Suecia, y si bien esto implicaba moverse a territorio extranjero, podrían habitar en un territorio culturalmente más cercano y posibilitar también los planes de ser madre que tenía Socors, así fue como Lulea y Kiruna fueron descartadas y la un poco más nórdica Estocolmo fue elegida como destino.
A donde voy a jugar
[Son TODAS ficciones]
sábado, 5 de agosto de 2023
Carlos es Karl
El sol vio nacer a Karl Soergerssen en Estocolmo, en Julio del `66. Su padre Kristian era danés y su madre, Socors Castells, catalana. Los Soergerssen estaban allí en Suecia debido al trabajo de Kristian, era investigador del Colegio Politécnico de la Universidad Técnica de Dinamarca para el departamento de radiometría y señales. Unos años antes del nacimiento de Karl, Kristian había realizado un curso con dos ingenieros de los Laboratorios Bell de Nueva Jersey que investigaban la señal de la radiación de fondo. En su regreso a Estados Unidos estos ingenieros le sugirieron a Karl buscar destinos más cercanos al polo, para obtener mejores lecturas y el bonito de Karl llegó feliz a su hogar para proponerle a Socors moverse durante el verano a Nuuk con el fin de realizar escapadas hacia el norte. Bastó la cara de Socors para que Karl buscara otro plan, así surgió la civilizada Suecia, y si bien esto implicaba moverse a territorio extranjero, podrían habitar en un territorio culturalmente más cercano y posibilitar también los planes de ser madre que tenía Socors, así fue como Lulea y Kiruna fueron descartadas y la un poco más nórdica Estocolmo fue elegida como destino.
martes, 4 de julio de 2023
Titulo y Obra
No hay nada más decepcionante que ilusionarse con un título y luego conocer la obra. Tal vez exagero pero un ejemplo de esto es la distancia que puede presentarse entre el nombre de un plato y su presentación. Hay cosas que son un estándar, como filet de merluza a la romana con puré. Si allí encontráramos un salto elongado entre la expectativa y la realidad, podemos reclamar al mozo. Otro clásico que no admite más que sutiles variaciones es ravioles con estofado y fileto. Pero estoy marcando la cancha con tiza gruesa, blanco sobre negro y al terreno que quiero llegar es un poco más controversial. ¿Qué se espera de un baño?
Bueno, no es la espera o la expectativa más común, posiblemente pocas personas abran una puerta de baño y se sorprendan o decepcionen, pero es mi caso. He tenido la fortuna de poder ir a una amplia variedad de lugares, entre ellos algún que otro restaurante fino, si se entiende el calificativo, y toparme con una continuidad entre la atención, el salón, la presentación de la mesa y el baño. Un continuado de elecciones estéticas y soluciones a problemáticas que conforman un conjunto uniforme. No necesariamente de mi aprecio o gusto, pero resulta en algo que se esperaba. También he tenido la suerte de ir a restaurantes donde reina el descontrol, tanto en las mesas como en el baño, ahora cuidado que no se entienda por esto problemas de higiene o arquitectónicos, es simplemente una pileta lavamanos desproporcionada junto con un espejo de vestir, un inodoro de diseño actual atrapado por una puerta de antaño, pero todo limpio y de perfecto uso. Es una mesa de madera continuada por una enchapada en fórmica, sillas recolectadas en los más variados orígenes, platos hondos para cualquier comida, desde un guiso a una milanesa, y por supuesto un eclecticismo estético rayano con el cocoliche. Muchos de ellos tienen una constancia y homogeneidad en la carta que contrasta con el ambiente, muchos de estos forman parte de mis favoritos. Pero nuevamente, todo esto se esperaba.
¿Pero qué hacemos cuando por respuesta al giro de la puerta que nos franquea el acceso al baño encontramos un mingitorio escondido? ¿Cómo debería ser el salón de ese restaurante para estimular la expectativa correcta? Empezaré por aclarar qué es un mingitorio escondido. Muchos espacios donde se sirve comida, presentados como 'restaurantes', tienen la ilusión de servir todas las mesas posibles que puedan acomodarse en el salón, mismo si esto incluye sacrificar todo espacio originalmente reservado a la circulación. Se transforman en un pequeño festín de culos frotados en espaldas y hombros, empujones con cara de incomodidad, carteras y bolsos elevados para evitar golpes desafortunados y también, mostrar ese desinterés social de algunas personas que simplemente pasan y atropellan todo a su paso. Lo mismo ocurre en el resto de los espacios, la cocina suele ser una pequeña prisión térmica y los baños se caracterizan por giros de puerta imposibles, niños atrapados debajo del lavamanos y por sobre todas las cosas, ningún tipo de ventilación. Pero a problemas modernos, soluciones modernas. El hombre tiene una posibilidad y es la de evacuar sus orines parado. ¿Encontró usted un espacio en una pared? Coloque un mingitorio y donde tenía un baño que solo podía acomodar una persona, ahora acomoda a dos. Claro, no hay espacio para que circulen dos personas por ese baño, pero nadie rechaza la proposición de frotarse con un extraño, sobre todo cuando sus manos vienen de administrar las actividades evacuatorias y hayan, posiblemente, caído en la acción y aún no hayan pasado por ese lavamanos que está más seco que la boca de un maratonista. No quiero perder el hilo ¿qué es un mingitorio escondido? Pues exactamente eso, un objeto colocado en una pared de modo tal que no hay forma de alcanzarlo, no es posible pararse delante de él. En oportunidades, con la mismísima necesidad imperiosa de evacuar uno debe tomarse el tiempo para imaginarse cómo se debe resolver el acertijo ¿dónde me paro?¿cómo me paro?
En mi última experiencia sucedió que estaba entre una pared y una columna tan prominente, que era imposible, a menos que uno sea un purrete de diez años, acomodar los hombros para llegar hasta el destino sin arriesgar mearse los zapatos. Debido a la época invernal yo ya me encontraba abrigado para salir y las capas extras de tela no colaboraban al éxito de la empresa. Comprendí que la única manera de aproximarme lo suficiente era realizar un pequeño giro de hombros y quedar en chanfle respecto al mingitorio y compensar ese desfasaje con la capacidad de apuntar inherente a los elementos ejecutantes. Lamenté haber decidido utilizar mis zapatillas de gamuza, las cuales observé con el rabillo del ojo para no perder puntería mientras intentaba controlar que nada se derramara sobre ellas. Reflexioné sobre la palabra 'baño', sobre lo que para mí es un filet de merluza a la romana con puré y como no debería haber tanta distancia entre un título y la obra. Terminé exitosamente la operación y miré de soslayo el lavamanos y su canillita de bronce, giré sin esperanzas la manivela y para mi sorpresa un hilo de agua de deshielo comenzó a circular. Froté la punta de los dedos debajo de ese goteo insistente y me sequé las manos con dos sacudones fuertes y una mínima frotada. Salí al pasillo que daba al salón y me preguntaba si verdaderamente había comido una milanesa con papas fritas, la sola idea de imaginar la cocina me generó rechazo.
Pero estaba riquísimo, mañana vuelvo.
miércoles, 28 de junio de 2023
Renzi
jueves, 15 de junio de 2023
Pinceladas

Tomé el pincel, lo sumergí en el barniz hasta bañar un tercio de las cerdas, lo quité verticalmente y dejé que el exceso se escurriera. Seguía un hilo, siempre queda un hilo chorreando, pero rápidamente moví el pincel sobre el listón de madera y comencé a dibujar figuras con el hilo que chorreaba. Pensaba en el profe de taller que me cagaba a pedos cada vez que hacía eso porque iba a dejar marcada la madera. Pero estaba en casa, es sábado a la mañana y hace frío, tengo un mate en la mesita de al lado y entra el sol por la ventana, que la tengo un poco abierta porque el olor del aguarrás me hace doler la cabeza. Cuando me parece voy pintando motas a lo largo del listón para distribuir más fácil el barniz y luego comienzo a moverlo de lado a lado, a velocidad y presión constantes, veo como cambia de color la madera y un brillo se apodera de ella momentáneamente, voy y vengo con el pincel un par de veces. No me alcanzó para todo, así que vuelvo a remojar, otra vez chorrea, otra vez el profe. Cada vez que pintaba, la madera me recordaba de alguien diferente. Una novia, un amigo, un profesor de la facultad y hasta incluso chicos de mi barrio con quienes no me llevaba muy bien a pesar de que yo quería llevarme bien con ellos. Pensaba en lo insoportable que era cuando era chico mientras me tomaba un mate. Siempre que pinto listones hago cagadas. Dejo marcas por todos lados y cuando llego a los bordes chorreo cantidades industriales que luego son imposibles de cubrir, por eso esta vez tuve la precaución de cubrir los lados con cinta de pintor, cinta de papel, esa que en mi casa nunca faltó cuando era chico. Este sábado no me acuerdo de nadie, solo estoy pintando, creo que estoy buscando exorcizarme de algo, antes podía negar todo, hasta las chorreadas de pintura, pero ahora está todo el tiempo todo presente. Me resulta imposible no mirarlo. La primer mano hay que darla diluida en aguarrás, pero no me gusta llenar frasquitos de vidrio para hacer proporciones que nunca más me servirán. Entonces mojo el pincel un poco y luego lo sumerjo en la lata de barniz, hago dos o tres pasadas y vuelvo a mojar el pincel en el aguarrás, seguro que es suficiente. El olor me está haciendo doler la cabeza, tendría que tomar algo o ponerme un barbijo para aspirar menos. El mate me salió rico, me gusta cuando la cosa está un poco ordenada. El mate rico es reflejo de tranquilidad, si te sale rico es porque estás tranquilo y te tomaste el tiempo y cuidados necesarios para hacerlo. La primer mano está quedando bien, pero no sé si me voy a aguantar las horas que tengo que esperar para que seque y poder dar la segunda. Iba a dar tres manos, pero estoy pensando que eso me va a quitar todo el finde y no puedo dejar las maderas secando por toda la cocina. El domingo a la tarde tengo que armar todo y despejar. Estar prolijo, hacer mates ricos el lunes. Es sábado a la mañana y estoy calculando mañanas de lunes, hay algo mal. ¿Cómo se dice en Francés? il y a quelque chose mal. Ni en pedo se dice así pero seguro que se entiende. Este listón está quedando marcado raro, me parece que no lo lijé bien. Es como todo lo que hago, está bien pero no está perfecto. Siempre algo que se escapa ¿aprendo a vivir con ello o busco perfeccionarme? La perfección no existe, pero no es motivo para no buscarla. Se aprende en el camino, no en el destino. ¿Yo quiero aprender o llegar? Me acuerdo la primera vez que le metí yuyos al mate, hice cualquier cosa pero me bajé el termo igual hay algo ahí en la obstinación, te hace persistir y persistir muchas veces te hace llegar. ¿Pero yo quiero llegar o aprender? No le doy tres manos ni en pedo, esto es para interiores, ni el sol le va a pegar, es más para no dejar la madera pelada que otra cosa. ¿Cómo será pintar con soplete? Una vez intenté pero me quedó malísimo. No volví a intentar. Ahora aprendí una cosa que es hacer cincuenta veces lo mismo hasta que en un momento te empieza a salir bien. Me pasó con el mate, nunca nadie me dio clases, siempre escuché gente que contaba que hacía así o asá, pero después de muchas veces de preparar mate me empezó a salir bien, incluso después de poner yuyos aquella vez. ¿Llegué y aprendí? No sé, hay cosas que no quedan tan claras me parece. Esa punta va a quedar mal, se me escapó la cinta por arriba y cuando la despegue se va a notar la linea, puedo poner ese lado para abajo y no se va a ver. También puedo intentar levantar ahora la cinta y pasarle una pincelada antes de que se seque del todo. Voy a hacer cagada, si no hago nada también. ¿Hago cagada por no hacer o hago cagada por hacer? Qué dilema. No es un dilema, dilema es cuando tenés diecisiete y la hermana de tu novia te pregunta como es dar un beso con la lengua cuando estás parado solo con ella en la cocina de su casa esperando que el microondas termine de calentar una taza de café, y se hace silencio y se te quedan mirando y se escucha el magnetrón emitir, cortar, emitir, cortar, y vos estás pensando ¿Le explico o no le explico? hasta que suena el ding que te explica un par de cosas: que el café ya está caliente, que el dilema se terminó porque con el ding se dio media vuelta y se fue y que no te hubieran alcanzado ni diez segundos más ni veinte minutos porque hay decisiones que se toman y punto, sea para un lado o para el otro, pero ya lo dijo el señor Miyagui, si te quedas en el medio de una calle de doble sentido, sin elegir uno de ellos, los autos te trituran como a una uva. Me estoy dando cuenta que ese espacio entre los listones no lo voy a poder pintar luego, voy a manchar todo, tendría que haber empezado por ahí. ¿Y con un soplete? uno de esos chicos, un aerógrafo. Me voy a comprar un aerógrafo, voy a gastar litros de pintura aprendiéndolo a usar para pintar el costado de unas maderas que no se van a ver y que me saldría más barato mandar a pintar, pero ¿llegaría a algún lado?¿aprendería? El agua del mate se está acabando, es una pena, estaba muy rico, pero hay cosas que a veces son así y estirarlas solo lo empeora. Mejor salirse del dilema y tomar la decisión, se acabó el mate, van a ser solo dos manos, la parte de adentro me va a quedar mal pero esta vez no tengo chorreadas, algo aprendí, no llegué, pero algo aprendí. Quedó el olor a barniz con aguarrás por toda la casa, pero me voy a bañar, en un rato me pasan a buscar y me voy a comer algo por ahí, cuando vuelvo hago la segunda mano y mañana termino.
viernes, 2 de junio de 2023
Minutos
Tengo veinte minutos, no me alcanza, me sobran en realidad. John Cooper Clarke está rompiendo las letras, está prendido fuego, me quemo, me falta tiempo ¿cuánto va?
Salí de la cabina, estaba el perro mirando el mar, busqué el cierre y me puse a mear. Todo era muy azul, el perro miraba el hilo amarillo, creo que ya faltan quince.
El horno eléctrico de casa seguía haciendo tik-tak...tik-tak pero la pizza estaba fría por dentro, ahora faltan dieciocho pero no me parece, voy a sacar la bandeja antes. Faltan catorce ahora.
En el avión el auxiliar de vuelo me miraba bastante molesto, y yo decía 'Yo voy viento ruso' y se lo repetía, convencido que me daría el vino rojo que quería. Pasaron otros tres y solo me quedan doce minutos. Veinte minutos, no me alcanza.
Un beso en un cachete, otro beso en el otro, el calor de la piel es comestible, pero no existe, es solo un olor. Me quedo pensando mientras miro la piel de la espalda y solo puedo pensar en besar otro cachete. Dos minutos, dos minutos... ¿Qué hago?
El palo es rayado pero nunca lo entendí, ahora es liso, pero sigue sin venir. Hubo uno que estaba cortado al raz del piso, casi imperceptible, pero todos sabemos que está ahí. Pasan los minutos y sigue sin venir. Tres es mucho, pero estoy bastante seguro que pasaron dos. Solo diez... quedan solo diez.
Amé, minuto uno, morí, minuto dos. Aprendí, minuto tres. No volví, minuto cuatro. Sigo corriendo, corro corro corro, espero la esquina pero solo estoy a mitad de cuadra. Dos, tres, queda uno, pues no, miré mal el reloj, son como ocho.
Los primeros ocho no son iguales a los siguientes, nada que ver con los del medio y los últimos, bueno, los útimos son los que quedan.
Dos marchas y un sobrino, tres décadas y pasaron como ... como... ¿cuántos quedan?
Dos, quedan dos minutos. Estoy mirando el segundero, ya pasaron diecisiete segundos y ahora es un minuto y algo lo que queda.
Un minuto y no sé en qué lo voy a usar. ¿Voy de nuevo a Nueva York? ¿Me compro un perro? ¿Junto frases y se las paso a mi hijo? Hay una abeja arriba de una hoja en una de las plantas de la cocina. La luz entra por la ventana, como todas las mañanas. Me acuesto un rato, son solo unos segundos. Tengo miedo.